Jerez es conocido mundialmente por su vino, el Jerez.
Su excepcional ubicación geográfica, su
clima privilegiado, la propia tierra donde las viñas
crecen, así como la variedad de uva , y su especialísima
crianza en las bodegas, hacen del vino de Jerez un producto
natural y único en el mundo entero.
Las viñas de Jerez se asientan sobre terrenos
calizo-arcillosos, de color blanquecino, llamados albarizas,
que se consideran como los mejores para conseguir una
perfecta maduración de la uva, en Jerez de variedad
"Palomino", obteniéndose de ésta,
los mostos que darán lugar a los vinos de Jerez,
vinos bajo denominación de origen, supervisados
por el "Consejo Regulador de la Denominación
de Origen Jerez-Xérès-Sherry".
Existen diferentes tipos de vinos de Jerez: Finos, olorosos
y amontillados, con una gran variedad de estilos, sabores
y colores. El sistema tradicional de crianza es el de
"criaderas y soleras", que supera al sistema
tradicional de añadas, haciendo posible una Mayor
calidad del vino a lo largo del tiempo. Los vinos se
envejecen en vasijas de roble americano llamadas "botas",
que se alinean superpuestas en escalas, y donde se desarrolla
el proceso de crianza. El vino de Jerez se cría
en contacto con el aire, dejándose una sexta
parte de la bota vacía, permitiendo la oxigenación
del vino y la aparición de un velo de levaduras,
la "flor" del vino, que hace posible una crianza
biológica y natural.
Además del vino de Jerez, es importante reseñar
también la elaboración en las bodegas
por el mismo procedimiento de "soleras y criaderas",
de brandies de gran prestigio y reconocimiento internacional,
protegidos por su propio "Consejo Regulador del
Brandy de Jerez".
Verdaderas catedrales donde el vino nace, se cría
y envejece, las bodegas de Jerez son edificios encalados
de altos techos, soportados por elevadas columnas, diseñados
especialmente para la crianza del vino, que definen
en gran manera, la particular fisonomía de la
ciudad.
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